dimanche 27 novembre 2011

"DEPORTADOS. ANIVERSARIO", DE PRIMO LEVI



En 1955, cando se conmemoraba o décimo ano da derrota de Hitler, Primo Levi escribiu un pequeno artigo na revista Torino, XXXI, nº 4 (abril de 1955) [manexo a tradución de Albert Fuentes en Vivir para contar; o artigo incorporouse en La masacre como fin en si misma] para chamar a atención sobre os perigos do silencio da sociedade ante o que foi o maior masacre de seres humanos.

"¿Puede justificarse este silencio? ¿Debemos tolerarlo nosotros, los supervivientes? ¿Deben tolerarlo aquellos que, fulminados por el espanto y el rechazo, asistieron, entre golpes, insultos y gritos inhumanos, a la marcha de los vagones precintados, y, años más tarde, al regreso de los poquísimos supervivientes, quebrantados en cuerpo y espíritu? ¿Es justo que se considere cumplido el deber de prestar testimonio, deber que hasta hace poco se percibía como una necesidad y como una obligación inaplazable?

Sólo puede darse una respuesta. No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿quién hablará? No por cierto los culpable y sus cómplices. Si faltase nuestro testimonio, en un futuro no lejano las proezas de la bestialidad nazi, por su propia enormidad, podrían quedar relegadas al mundo de las leyendas. Hablar, por tanto, es preciso.

Y sin embargo prevalece el silencio. Es un silencio que es fruto de una conciencia insegura, o incluso de la mala conciencia; es el silencio de quienes, viéndose incitados o forzados a expresar un juicio, tratan por todos los medios de desviar la discusión, y sacan a colación las armas nucleares, los bombardeos indiscriminados, los juicios de Núremberg y los problemáticos campos de trabajo soviéticos: argumentos en sí mismos no faltos de peso, pero del todo irrelevantes si se pretende dar con ellos una justificación moral a los delitos fascistas, los cuales, por su forma y extensión, constituyen un monumento de una crueldad tan extrema que no tiene parangón en la historia de la humanidad.

Pero no estará fuera de lugar señalar otro aspecto de este silencio, de esta reticencia, de esta evasión. Que se calle en Alemania, que se callen los fascistas, es natural, y en el fondo no nos resulta desagradable. Sus palabras no nos sirven para nada, nada esperamos de sus risibles tentativas de justificación. ¿Pero qué decir del silencio del mundo civil, del silencio de la cultura, de nuestro propio silencio, ante nuestros hijos, ante los amigos que regresan de largos años de exilio en lejanos países? Este silencio no se debe solamente al agotamiento, al desgaste de los años, a la normal disposición del "primum vivere". No es debido a la vileza. Vive en nosotros una instancia más profunda, mas digna, que en muchas circunstancias nos aconseja callar sobre el Lager, o cuando menos atenuar, censurar las imágenes, aún muy vivas en nuestra memoria.
Es vergüenza. Somos hombres, pertenecemos a la misma familia humana a la que pertenecían nuestros verdugos. (...).

Somos hijos de aquella Europa donde está Auschwitz: hemos vivido en el siglo en el que se ha torcido la ciencia y que ha alumbrado las leyes raciales y las cámaras de gas. ¿Quién puede estar seguro de que es inmune a la infección?

Han demostrado [los fascistas] para todos los siglos por venir que yacen latentes en el hombre, después de milenios de vida civil, insospechadas reservas de crueldad y locura, y es ésta una obra demoníaca. Han trabajado tenazmente para crear su gigantesca máquina generadora de muerte y de corrupción: no es concebible un delito mayor. Han construido su reino con insolencia, sirviéndose de los instrumentos del odio, de la violencia y de la
mentira: su fracaso es una advertencia".

Coas palabras en negriña constrúo a miña parte de mensaxe. É doado entender por onde vou. Para quen queira entender, claro. Para quen queira reflexionar e falar, claro. Para quen non se conforma co "primum vivere". Para quen non teña vergoña de defender a quen non se pode defender, claro. Falar é preciso. Sempre será preciso.

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